En marzo del año 68, Nerón recibe la noticia de que Cayo Julio Víndex, gobernador de
En España, Galba es proclamado emperador. Servio Sulpicio Galba había ocupado diversos cargos durante años, entre ellos el de gobernador de Aquitania, ya anciano fue designado gobernador o legado de la provincia Citerior o Tarraconense, cuando llegó a la provincia sus cabellos encanecieron en pocas horas. Ya nombrado emperador recibe todo el apoyo del gobernador de Lusitania, Marco Salvio Otón, recibe también el apoyo de
En Oriente, Licinio Muciano, gobernador de Siria, no realiza ningún movimiento, Vespasiano, el gobernador de Judea, ocupado en sofocar la rebelión, reconoce a Galba.
Así que Galba se pone en marcha hacia Italia y a su llegada pierde el favor de la guardia pretoriana, negándoles el donativo que sus propios emisarios habian prometido anteriormente, así que la entrada de Galba en Roma es resistida con sangre.
El Senado, persuadido por el Prefecto Pretoriano Ninfidio Sabino hermano del futuro emperador Vespasiano, accede a reconocerlo. Los rasgos avariciosos de Galba son subrayados desde su llegada a Roma.
Hacia Germania envia a Aulo Vitelio, hombre con una gran adicción al juego pero que goza de una cierta reputación. A su llegada, junto con la ayuda de los legados, Fabio Valente y Alieno Cecina, hacen crecer la disensión. El primer día de enero las tropas de la cuarta región de
Otón, desilusionado y desesperado por sus muchos acreedores, idea un plan, el 15 de enero Otón habla con la guardia pretoriana, mas inteligentemente les promete dinero y ordena que le abran el arsenal. Bajo un gran desconcierto en Roma los hombres de Otón asesinan finalmente a Galba (se dice que ofreció el cuello a sus asesinos diciendo "Matadme, si de ello depende el bien de Roma") en su propia litera en el Foro, Pisón, Cesar únicamente cinco noches es sacado del templo de las vírgenes vestales donde se había refugiado y es asesinado. Otón recibe el título de Augusto ese mismo día.
A la vez las tropas de Germania ya se habían puesto en marcha, con Vitelio al frente. La primera decisión de Otón es dictar una amnistía general y tratar de negociar un arreglo con Vitelio. Vitelio no obstante prefriere la guerra.
Vitelio, por su parte, una vez ganada la batalla de Betriaco se embarca en una ronda de banquetes y orgías, alarmando a muchos con sus modos y sus comentarios. Un comentario que se le atribuye cuando inspeccionaba el campo de batalla fue: "Hay sólo algo que tiene para mí un olor más dulce que el cadáver de un enemigo y ese algo es el cadáver de un conciudadano".
Ya como emperador demuestra que le gusta más el libertinaje que el gobierno. Ordena a los ciudadanos más eminentes que le organicen banquetes, se entrega a la bebida, es en definitiva el emperador de la fantasía. Aunque entre sus decisiones cabe destacar la expulsión de todos los astrólogos de Italia. Asume el consulado perpetuo y fijo el plazo para el ejercicio de las magistraturas en diez años. En Oriente, el gobernador de Siria, Muciano, rechaza el nombramiento como Emperador, entonces el general Vespasiano (1 de Julio del 69) acepta el nombramiento, a él se le unen las legiones del Danubio, la guerra vuelve a estar presente. Las tropas de Vitelio se debilitan con su autocomplacencia, alojados cerca del río, las aguas del Tíber mezcladas con el vino les produce disentería, el verano propaga la malaria y cuando en otoño los generales de Vitelio salen de Roma a la cabeza de sus ejércitos para contener a las tropas de Vespasiano, las fuerzas de las que disponen están muy diezmadas.
Con la derrota del general Valente, se ofrece un pacto a Vitelio, este acepta pero sus partidarios, escépticos de que se proclame una amnistía no le permiten la abdicación. Cuando el hermano de Vespasiano, Sabino y el cónsul Quintio Atico, van a preguntar porque no se había realizado la rendición, se les da muerte. Esto hace que los ejércitos de Vespasiano entren en la ciudad.
Vitelio trata de huir, y se le encuentra escondido en el cuarto de un portero del palacio, después de pasearlo por toda Roma y de ser abucheado por la chusma, es torturado con golpes y heridas, finalmente enganchan su cadáver en un garfio y lo tiran al Tíber. Su reinado duró ocho meses, ahora el imperio pertenece a Vespasiano.
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