domingo, 25 de diciembre de 2011

La Vida del Legionario (I)


El alojamiento

Cada legión tenía su campamento fijo, pero podía pasar mucho tiempo en otros lugares. Los campamentos de marcha eran ocupados por interminables hileras de tiendas de cuero ya que era necesario montarlo y desmontarlo cada día, pero cuando la legión se disponía a pasar una temporada en un lugar determinado se construía un campamento semipermanente a base de empalizadas y barracones de madera que los legionarios procuraban hacer lo más confortables posibles.
Si la legión permanecía allí años la madera acababa pudriéndose y se levantaban barracones nuevos de ladrillo, verdaderas ciudades en miniatura con todas las comodidades posibles como baños e incluso anfiteatros, ya que alrededor de estos campamentos permanentes no tardaban en crecer verdaderas ciudades como es el caso de León y tantas otras.

El tiempo libre

Los reclutas debían hacer instrucción dos veces al día, los veteranos sólo una, por eso los veteranos disponían de más tiempo libre que ocupaban en haraganear por las calles, en jugar, en trapichear con algún barril de vino "extraviado" del depósito de la legión o en ocuparse de alguna dama necesitada...
Los legionarios profesionales tenían prohibido casarse mientras durara su servicio de veinte años, pero en las legiones acantonadas de guarnición permanente se solía hacer la vista gorda, ya que era frecuente que los legionarios, si bien no podían casarse "legalmente", se arrejuntaban creando familias estables que tras el licenciamiento se legalizaban. De esta forma, los hijos de un legionario romano y una hispana o una gala o una griega que no poseyera la nacionalidad romana, al casarse legalmente con el legionario obtenían automáticamente la ciudadanía de pleno derecho y podían así alistarse en las legiones siguiendo los pasos de sus padres. Este sistema fue uno de los que más aportó al esfuerzo romanizador.

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